miércoles, 12 de septiembre de 2007

A degüello

Así cayó el azabache,
tan torpe, tan tosco,
que fue clavel sobre sangre
de un beso a traición
contra el velo de medianoche.

Y así sonó el relámpago,
cumpliendo al fin la promesa
que, en un tiempo de cobardía,
hizo tronar del rumor,
hizo febril el andar.

Fueron, pues, los minutos
de alguaciles y segadores.
Noches sin canto ni fuegos
que dieran su giro a degüello,
ni flores de duelo a su paso.