lunes, 30 de abril de 2007

Marioneta de azabache

Oscuridad
Niebla enturbiando mi letargo
Percibo tu olor mancillado entre el azufre y el alquitrán
Recuerdo tu figura, recuerdo tus encantos
Recuerdo las promesas que condenamos
El sudor, las luces, los estruendos
Recuerdo la noche, los cimientos quebrados
Recuerdo mi sed, recuerdo tu sangre
Recuerdo todo ese ruido y tengo nauseas
Oigo tu voz
Tu cuerpo inerte se burla de mí
Marioneta de azabache
Corté tus hilos, con los que aun me ahorco
Las garras en mi frente destrozan mi mundo
Tantas noches, tantos llantos...
Te marchitas, resucito
Y me alzo cada noche
Y te beso la frente
Cabalgo sin rumbo, absorto, impenetrable
Como un tigre de papel en su jaula de espinas
Te oigo, me vuelvo, no estás
Desgarro las nubes sobre las que me derrumbo
Me giro, te veo, estás muerta
Un tren demasiado loco como para descarrilar
Contemplo mi cara y apenas me veo
He olvidado lo que era respirar
Olvido luces, poemas y ensayos
Olvido flores, risas y presentes
Me encadeno, me canso, me quiebro
Te oigo, te ignoro, me muerdes
Laceras mi mente, enturbias mi refugio
Me quemas, me odias, me condenas
Me abrazas, me besas, me amas
Estás muerta...

lunes, 16 de abril de 2007

Estirpe de Caín

Yo, que pertenezco al pueblo elegido.
Yo, que nací de la carne y de la sangre
Yo, que al igual que mis hermanos,
estoy maldito con la capacidad de sentir.
Y arrastro mi condena entre llantos,
entre abrazos, entre últimos alientos.
Condenado a sentir las dagas taciturnas.
Condenado a derramar lamentos y presagios.
Condenado sin más, atrapado, malherido.

Por qué, Padre? Por qué tu desidia?
Por qué tu puño en mi vientre?
Por qué tu mirada de rechazo?
Cuantos caminos he de excrutar,
cuantas súplicas he de rezar,
cuantos gritos al cielo alzar
para que tu misericordia cobre sentido?
Cuantas naciones han de claudicar,
cuantas gargantas he de sesgar,
cuanta sangre has de beber
para aplacar tu sed?

Que tu Tierra sufra bajo mis piés
al caminar bajo tu Cielo.
Y que tu Infierno se revuelva
al esperar mi llegada.
Pués tu obra me resulta grotesca.
Tu palabra, injuria.
Y yo reniego de tu luz, que quema mis pupilas.
Reniego de tu voz, que llena de escarcha la razón.
Y quemo tu bandera, y escupo en tu sombra.
Y grito esperando que te falte el aire.

Yo te maldigo, por todas mis heridas.
Yo te maldigo, por cada una de las afrentas.
Por condenarme a sentir. Por hacerme humano.
Por apartar la mirada lejos de tus actos
En nombre de cada hombre y mujer,
de cada miembro de Tu Pueblo.
Yo te maldigo, Padre.
Yo te maldigo...