miércoles, 29 de octubre de 2008

Gotas como puños...

Llueve la sangre del último ángel.
Y se retuercen las lombrices.
Y se pudren las mortajas.
Lloran gotas como puños
sobre el alma de las urbes,
y se cuelan por las grietas
y se deslizan sibilantes
entre lo dulce y lo extraño.
Y en la hora fatal de la senectud
se tuercen de nuevo los clavos.
Se rompen bisagras oxidadas,
retumban los pasos vacíos
de origen y destino.
Y cuando amainan los disparos
el cielo se descubre cobrizo,
manchado de paz y adormecido,
como surco que deja
un llanto de sal.





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