jueves, 22 de noviembre de 2007

Sobre el cultivo del odio...

Cultivar un amor o una amistad es menester harto complejo. Demasiados detalles que, al despistado talante humano, pueden resultar nefastos. El odio, sin embargo... El desdén, la repulsa hacia las vidas ajenas. Ese sí que es un trabajo dignificante! Porqué el trabajo tan solo dignifica a aquellos a quien verdadero provecho les ofrece, a aquellos para quien los contras son ínfimos comparados con los pros. Y no hay pro mayor que sentarse y no hacer nada, tan solo mirar. Mirar y observar, y dejar que la vida misma se pudra en tus ojos, y estertorar hasta mancharlo todo de rojo.
Y me llaman cínico por reprochar tanto de la vida y seguir gozándola al mismo tiempo. Mas les diré a todos ellos que la vida es un concepto tan volátil e insustancial que apenas se mantiene en la boca antes de llamarla por su nombre, y que no de ella en sí reprocho, sino del malsano uso que de ella prodigan algunos. Malsano ante mis malsanos ojos? Quizás, pero lo cierto es que esas visiones deformes y grotescas me revuelven la serenidad. Y sobra mostrarse como algo disgustante para así parecerlo, pues tan solo nosotros situamos la frontera, del mismo modo que no existe bueno ni malo si el pensamiento así no lo hace. Y véase que mi linea se encuentra más allá de lo mundanamente repudiable. No. Mi anatema personal es parte de esa exquisita y fugaz felicidad en la que los mortales se recrean, y sobre la cual tienden a crear enormes construcciones, aberrantes y sin la concepción de su finitud. Pues resulta fácil pensar y creer que es rasgo inalienable de la condición humana el pretender eternizarlo todo, sin tener en cuenta que todo tiene un crepúsculo y una caída tras el horizonte. Todo es eterno... mientras dura. Como el amor, como la amistad, como tantas palabras pintadas con estelas rosas y violetas sobre un papel tan gris que convierte todo color en una mofa absurda.
Así pues, reflexionar tan solo nos queda sobre el mañana. A donde irá a parar tanto malcontento? Acaso existe un límite, tras el cual no haya vuelta atrás? Acaso he acabado de perder la razón? Pues permítanme que les diga que veo cada día más de un sinsentido que ridiculizan a éste, y que si algún día llegarais a veros con mis ojos, y a hablaros con mi voz, y a entenderos con mi mente, sabríais que todo es una locura y que yo soy de los pocos que pueden erigir la bandera de la visión clara.


Odiar al prójimo es nuestra forma de hacerle ver su error.